El mundo se ha acostumbrado a la inflación, al alza generalizada de los precios, al mayor coste de la vida. Ahora, la hamburguesa de 1€ de McDonald’s ya no vale 1€; los famosos bocatitas del 100 montaditos han pasado de 1€ a 1,10€ los más baratos; el Dacia Sandero, el coche más vendido en España, ha pasado de 7.900 euros que costaba en 2014 a 13.490 euros en 2024… Ejemplos hay por doquier. Parece que nos hemos acostumbrado, hasta que miramos el bolsillo y vemos que cada vez nos empobrecemos más, que cada vez tenemos menos poder adquisitivo. Sin embargo, aunque en un futuro hablaremos sobre la inflación, la historia de hoy trascurre en el otro extremo.
La deflación es el fenómeno contrario a la inflación, es una caída general y continuada de los precios de la economía. Para el lego en economía puede parecer algo positivo, pero no lo es. Aun así, hay cada vez una corriente mayor de economistas, cercanos o pertenecientes a la Escuela Austriaca, que defienden la idea de que la economía funcionaría mejor con una deflación que con una inflación del 2%, objetivo habitual de los Bancos Centrales1. Por ello, hoy traemos una breve pero descriptiva historia.
Menos dinero de la noche a la mañana
Un gráfico ejemplo de los efectos de la contracción monetaria es lo que ocurrió en la Francia del siglo XVIII. En 2009, François Velde, economista del Banco de la Reserva Federal de Chicago, estudió este episodio de la historia económica francesa. Este ejemplo comienza con la naturaleza poco corriente del dinero francés en aquella época. La cantidad de dinero de esta economía incluía toda una variedad de monedas de oro y de plata que, a diferencia del dinero moderno, no indicaban un valor monetario específico. El valor monetario de cada una se fijaba por decreto gubernamental y el Gobierno podía modificar fácilmente el valor monetario y, por lo tanto, la oferta monetaria. A veces se modificaba literalmente de la noche a la mañana. Es casi como si, mientras estamos durmiendo, cada una de las monedas de un euro que llevamos en el monedero fuera sustituida por una moneda que solo valiera 80 céntimos.
Eso es lo que ocurrió, de hecho, el 22 de septiembre de 1724. Todas las personas que habitaban en Francia se despertaron con un 20 por ciento menos de dinero que la noche antes. En siete meses, el valor nominal de la cantidad de dinero se redujo alrededor de un 45%. El objetivo de estos cambios era bajar los precios de la economía hasta el nivel que el Gobierno consideraba adecuado. ¿Qué ocurrió como consecuencia de esta medida? Velde señala las siguientes consecuencias:
“Aunque los precios y los salarios bajaron, no bajaron un 45 por ciento; además, tardaron meses, cuando no años, en bajar todo eso. Los salarios reales subieron, al menos al principio. Los tipos de interés subieron. El único mercado que se ajustó inmediatamente y por completo fue el mercado de divisas. Ni siquiera los mercados que eran casi todo lo competitivos que cabe imaginar, como los mercados de cereales, reaccionaron al principio… Al mismo tiempo, el sector industrial de la economía (o, por lo menos, la industria textil) sufrió una grave contracción, de alrededor de un 30 por ciento. Es posible que la recesión comenzara antes de que empezara la política deflacionista, pero en aquella época muchos creían que la gravedad de la contracción se debía a la política monetaria, en concreto, a la «contracción del crédito» resultante, ya que los que tenían dinero dejaron de conceder crédito al comercio previendo que los precios experimentarían nuevos descensos (la «escasez de dinero» a la que culpan frecuentemente los observadores). Muchos también creían (basándose en la experiencia) que una política de inflación detendría la recesión y, casualmente o no, la economía se recuperó cuando la oferta monetaria nominal se incrementó un 20 por ciento en mayo de 1726”. François Velde.
Consecuencias y conclusiones
La deflación tiene diferentes consecuencias en la economía. En primer lugar, una contracción monetaria afecta directamente a las expectativas de los agentes. Si estos esperan que los precios continuarán bajando, postergarán su consumo, lo que hará caer la demanda agregada y con ello las ventas de las empresas, perjudicando sus beneficios y generando probablemente desempleo. Las empresas también retrasarán sus inversiones, hundiendo más la demanda agregada. En segundo lugar, la caída del dinero circulante hará que el tipo de interés, entendido como el precio de tener liquidez, aumente, incrementando el coste del crédito y reduciendo la inversión. Asimismo, se produce lo que Irving Fisher denominaba como debt-deflation effect: el valor real de las deudas aumenta, perjudicando las finanzas de familias y empresas. Los salarios reales en un primer momento suben, lo que incrementa los costes laborales para las empresas. Además, el tipo de cambio se aprecia si la deflación es doméstica, perjudicando a las exportaciones y a la competitividad.
Esta espiral deflacionista es muy nociva para una economía, que se ve irremediablemente abocada a la recesión. Unos efectos que llevan viviendo en sus carnes Japón, incapaz de estimular su economía a pesar de sus políticas monetarias ultra-expansivas.
Es por ello que la lección francesa deja una interesante enseñanza a aquellos que, en contra de la teoría económica moderna, buscan reinventar la rueda.
Tanto la FED como el BCE tiene un objetivo de inflación del 2%. Algunos, como el Banco Nacional de Suiza, tienen una política monetaria más laxa, con un objetivo por debajo del 2%. No obstante, suele intervenir cuando la tasa de inflación se acerca al 0%, como está ocurriendo a día de hoy.
Me haces acordar de esto:
https://www.youtube.com/shorts/gUpEN6jgMX4
(yo no estoy convencido de una postura ni de otra en tanto ambas tienen problemas (vale el "there are no solutions, only trade-offs de Sowell") pero estoy inclinado porque lo mejor sea una oferta monetaria rígida, que en una economía en crecimiento generaría deflación por el lado de aumento de la oferta de bienes respecto al dinero
Corrígeme si me equivoco, pero una cosa es la economía y otra cosa nuestro sistema monetario, no?
Podríamos decir que en nuestra economía la unidad de cuenta es inflacionaria pero la reserva de valor es deflacionaria (oro, Bitcoin, propiedades o activos financieros) , no?
Quizás el principal problema es que los que menos tienen ahorran en unidad de cuenta en vez de en unidad de valor... Quizás transmitiendo este principio a la gente le iría mejor.
Me gustaría preguntarte, además, si no crees que esos "fracasos" empresariales que hay cuando se hace algo deflacionaria la economia en el fondo no reflejan el fracaso de empresas o muy verdes o francamente deficientes. (Desde un punto de vista evolutivo quizás lo mejor es derrochar y tener muchas oportunidades).