Abundando en la línea de David: no se puede culpar a la tecnología "per se" de la falta de atención, sino a la avalancha de información basura que produce. Y esto aplica también para la que no es basura: yo mismo tengo grandes problemas para gestionar y digerir todo lo que me entra por Substack. Lógicamente, prefiero pasar mi tiempo seleccionando entre artículos con contenido de calidad que viendo vídeos de gatitos.
La cuestión, por tanto, no es si el smartphone es malo, sino qué hace Tiktok o Meta con ese iphone. No se puede culpar al mensajero, sino al mensaje. Supongo que Steve Jobs hoy se llevaría las manos a la cabeza, igual que el inventor del scroll.
Lo que si te puedo decir, porque lo veo todos los días, es que la capacidad de atención de alguno de mis alumnos es inferior a la de la mosca de la fruta.
Me imagino que para los que estáis al frente de una clase, el tema de la atención debe ser todo un reto. Al final, es el uso que se le da a la tecnología, y cómo se explotan las limitaciones cognitivas del cerebro para hacer consumir determinados formatos. Gracias por comentar.
Este tema me interesa, y mucho (y entonces le presto mucha atención :)
Desde luego, no sé si la falta de atención es una moda, un drama o una epidemia. Pero hay quien lo nombra como depredación cognitiva. Nos distraen para que no pensemos, nos saturan para que no sintamos. Y al final, como pasa con los bosques arrasados, cuesta años —y mucho cuidado— regenerar un pensamiento fértil.
Me quedo sobre todo con esto que dices "Nos distraen para que no pensemos, nos saturan para que no sintamos". Tanto las empresas con sus grandes equipos de marketing como los partidos políticos para introducir sus mensajes, juegan a este juego. Por eso, creo que hay que comprender bien este fenómeno para ponerle remedio. Gracias por pasarte.
Temazo. Probablemente todavía no hemos sido capaces de afectar biológicamente a nuestra capacidad de atención. Pero la estamos fragmentando por la sobre estimulación de información. La competencia es atroz. Y es verdad que los contenidos más breves tiene una ventaja, porque permiten consumir más vorazmente. Pero, como dices, es el atractivo en su conjunto lo que la capta. Si el contenido es bueno, la atención permanece.
Creo que es un de los temas más interesantes que tenemos entre manos para investigar. Debemos comprender los detalles y poner remedio antes de que llegue a afectarnos biológicamente, si eso es posible. Gracias por comentar.
Porque cuando prestas atención a algo, entra en tu consciencia. Y cuando no prestas atención a algo, es como si no existiera. Daniel Kahneman solía decir que "lo que ves es todo lo que hay". Así que, si hemos evolucionado de esta manera, si esto es parte integral de ser humanos, si no lo hacemos intencionalmente, si no nos damos cuenta de adónde va nuestra atención, si nos gusta cuánto tiempo se detiene en una cosa u otra, si adónde va, entonces, en cierto modo, estamos permitiendo que toda nuestra existencia se balancee como una botella en medio del océano.
El investigador Mike Maughan compara los resultados anteriormente citados con el caso de Quibi, una plataforma de streaming diseñada para consumir contenido en cápsulas de menos de 10 minutos. Su fracaso comercial demuestra que las audiencias no necesariamente quieren contenidos más cortos, sino contenidos más atractivos. Por contraste, el fenómeno de los maratones1 de series en plataformas como Netflix demuestra que las personas todavía son capaces de mantener la atención durante horas cuando el contenido lo merece.
Este tema me resulta fascinante, no voy a negarlo. Hablamos mucho de que el volumen de información juega un papel relevante (que no lo dudo), pero la interconexión humana que tenemos creo que también juega un papel importante, así como el hecho de que tanto la interconexión como la información la tenemos en nuestro bolsillo en todo momento.
Llevándomelo al aspecto personal. Yo fui adolescente en los 90. Entonces, si cogía el autobús o estaba una tarde en casa, me buscaba algún tipo de entretenimiento (ya fuera ver la televisión, jugar a cualquier cosa o leer un libro) y, por lo general, conseguía mantener la atención sin problema en esa actividad. Durante mi tiempo de universidad, el acceso a Internet ya se popularizaba, pero aún seguíamos sin acceso desde los móviles. Esto me permitió leer hasta la saciedad durante las dos horas de transporte que tenía todos los días (eso fueron muchos libros).
En los últimos 15 años, con Internet en el móvil, todo eso ha cambiado dramáticamente. No es que lea mucho menos, es que me cuesta hasta verme una película entera sin que la mano vaya a buscar el móvil. Mi déficit de atención es manifiesto, aunque todavía consigo mantenerla si me esfuerzo, aunque el esfuerzo que me requiere es varios órdenes de magnitud superior a aquellos momentos cuando no había móviles.
No tengo un estudio que valide todo esto que comento, pero sí que es una sensación que me consta que comparte mucha gente, por las veces que he hablado de ello.
Sin duda es un tema apasionante. Creo que todavía es pronto para sacar conclusiones tanto hacia un lado como hacia el otro, pues es un tema reciente y los análisis econométricos existentes son escasos.
Yo me decanto ligeramente por pensar que, aunque a lo mejor no haya afectado todavía a esa capacidad biológica de mantener la atención, ha tenido sin duda efectos nocivos por el aumento de las distracciones y seguramente por la propia exigencia de nuestro cerebro al necesitar estímulos más fuertes para mantener dicha atención. Aunque quizás la afectación biológica es solo cuestión de tiempo (de pocas generaciones). Quién sabe, habrá que seguir de cerca el tema. Gracias por mostrar tu visión.
Hola Menez
Abundando en la línea de David: no se puede culpar a la tecnología "per se" de la falta de atención, sino a la avalancha de información basura que produce. Y esto aplica también para la que no es basura: yo mismo tengo grandes problemas para gestionar y digerir todo lo que me entra por Substack. Lógicamente, prefiero pasar mi tiempo seleccionando entre artículos con contenido de calidad que viendo vídeos de gatitos.
La cuestión, por tanto, no es si el smartphone es malo, sino qué hace Tiktok o Meta con ese iphone. No se puede culpar al mensajero, sino al mensaje. Supongo que Steve Jobs hoy se llevaría las manos a la cabeza, igual que el inventor del scroll.
Lo que si te puedo decir, porque lo veo todos los días, es que la capacidad de atención de alguno de mis alumnos es inferior a la de la mosca de la fruta.
Me imagino que para los que estáis al frente de una clase, el tema de la atención debe ser todo un reto. Al final, es el uso que se le da a la tecnología, y cómo se explotan las limitaciones cognitivas del cerebro para hacer consumir determinados formatos. Gracias por comentar.
Este tema me interesa, y mucho (y entonces le presto mucha atención :)
Desde luego, no sé si la falta de atención es una moda, un drama o una epidemia. Pero hay quien lo nombra como depredación cognitiva. Nos distraen para que no pensemos, nos saturan para que no sintamos. Y al final, como pasa con los bosques arrasados, cuesta años —y mucho cuidado— regenerar un pensamiento fértil.
Me quedo sobre todo con esto que dices "Nos distraen para que no pensemos, nos saturan para que no sintamos". Tanto las empresas con sus grandes equipos de marketing como los partidos políticos para introducir sus mensajes, juegan a este juego. Por eso, creo que hay que comprender bien este fenómeno para ponerle remedio. Gracias por pasarte.
Temazo. Probablemente todavía no hemos sido capaces de afectar biológicamente a nuestra capacidad de atención. Pero la estamos fragmentando por la sobre estimulación de información. La competencia es atroz. Y es verdad que los contenidos más breves tiene una ventaja, porque permiten consumir más vorazmente. Pero, como dices, es el atractivo en su conjunto lo que la capta. Si el contenido es bueno, la atención permanece.
Creo que es un de los temas más interesantes que tenemos entre manos para investigar. Debemos comprender los detalles y poner remedio antes de que llegue a afectarnos biológicamente, si eso es posible. Gracias por comentar.
Muy bueno 😃
Porque cuando prestas atención a algo, entra en tu consciencia. Y cuando no prestas atención a algo, es como si no existiera. Daniel Kahneman solía decir que "lo que ves es todo lo que hay". Así que, si hemos evolucionado de esta manera, si esto es parte integral de ser humanos, si no lo hacemos intencionalmente, si no nos damos cuenta de adónde va nuestra atención, si nos gusta cuánto tiempo se detiene en una cosa u otra, si adónde va, entonces, en cierto modo, estamos permitiendo que toda nuestra existencia se balancee como una botella en medio del océano.
Gracias David!
Muy interesante 😃.
El investigador Mike Maughan compara los resultados anteriormente citados con el caso de Quibi, una plataforma de streaming diseñada para consumir contenido en cápsulas de menos de 10 minutos. Su fracaso comercial demuestra que las audiencias no necesariamente quieren contenidos más cortos, sino contenidos más atractivos. Por contraste, el fenómeno de los maratones1 de series en plataformas como Netflix demuestra que las personas todavía son capaces de mantener la atención durante horas cuando el contenido lo merece.
Este tema me resulta fascinante, no voy a negarlo. Hablamos mucho de que el volumen de información juega un papel relevante (que no lo dudo), pero la interconexión humana que tenemos creo que también juega un papel importante, así como el hecho de que tanto la interconexión como la información la tenemos en nuestro bolsillo en todo momento.
Llevándomelo al aspecto personal. Yo fui adolescente en los 90. Entonces, si cogía el autobús o estaba una tarde en casa, me buscaba algún tipo de entretenimiento (ya fuera ver la televisión, jugar a cualquier cosa o leer un libro) y, por lo general, conseguía mantener la atención sin problema en esa actividad. Durante mi tiempo de universidad, el acceso a Internet ya se popularizaba, pero aún seguíamos sin acceso desde los móviles. Esto me permitió leer hasta la saciedad durante las dos horas de transporte que tenía todos los días (eso fueron muchos libros).
En los últimos 15 años, con Internet en el móvil, todo eso ha cambiado dramáticamente. No es que lea mucho menos, es que me cuesta hasta verme una película entera sin que la mano vaya a buscar el móvil. Mi déficit de atención es manifiesto, aunque todavía consigo mantenerla si me esfuerzo, aunque el esfuerzo que me requiere es varios órdenes de magnitud superior a aquellos momentos cuando no había móviles.
No tengo un estudio que valide todo esto que comento, pero sí que es una sensación que me consta que comparte mucha gente, por las veces que he hablado de ello.
Sin duda es un tema apasionante. Creo que todavía es pronto para sacar conclusiones tanto hacia un lado como hacia el otro, pues es un tema reciente y los análisis econométricos existentes son escasos.
Yo me decanto ligeramente por pensar que, aunque a lo mejor no haya afectado todavía a esa capacidad biológica de mantener la atención, ha tenido sin duda efectos nocivos por el aumento de las distracciones y seguramente por la propia exigencia de nuestro cerebro al necesitar estímulos más fuertes para mantener dicha atención. Aunque quizás la afectación biológica es solo cuestión de tiempo (de pocas generaciones). Quién sabe, habrá que seguir de cerca el tema. Gracias por mostrar tu visión.