Euro Digital: un cambio revolucionario
Sobre el dinero y las implicaciones de una moneda digital de curso legal
Desde hace ya algunos años, la Unión Europea lleva planteándose una idea revolucionaria: la eliminación del dinero físico tal y como lo conocemos y la llegada del euro digital como moneda de curso legal. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) se ha marcado como fecha límite octubre del 2025 para avanzar a la siguiente fase de este proceso. ¿Qué implicaciones tendrá todo esto?
Qué es el dinero
El dinero es, junto con el lenguaje, uno de nuestros más importantes inventos. El dinero, entendido como constructo social, surge por necesidad, como una tecnología para permitir y facilitar la cooperación social y el intercambio de bienes. Un invento indispensable que trajo consigo la solución de problemas en torno al altruismo recíproco y la mitigación de la violencia como forma de resolución de conflictos.
Pero el dinero es algo más que eso. El Homo sapiens necesitaba no solo extender los límites impuestos por la biología para cooperar y confiar en los individuos externos a su círculo, sino también una forma de comparar el valor de las cosas. Necesitamos algo que nos permita calcular el valor, entendido como algo subjetivo y personal, de los bienes que tenemos y de los bienes que deseamos. Es la única forma de saber qué valor tiene para nosotros unas cosas y otras, y actuar en consecuencia. Por ello, el dinero surge como un patrón social de valor, que nos permite medir nuestro trabajo, nuestros bienes y los de otros, que posibilita el cálculo económico respecto a qué se produce y qué se intercambia, que nos permite comparar utilidades. Así, el dinero es un patrón social que actúa como mecanismo con el que transferir valor en el espacio (medio de intercambio) y en el tiempo (depósito de valor).
Desde el oro hasta las CBDC
Los metales preciosos, principalmente el oro y la plata, han sido los objetos que tradicionalmente han actuado como dinero. Debido a sus características particulares, como por ejemplo su durabilidad, homogeneidad, portabilidad y divisibilidad1, estos bienes actuaron como dinero de forma global durante gran parte de la historia. Sin embargo, no han sido los únicos bienes en ser dinero. El grano, las cabezas de ganado, las conchas, la sal, otros metales preciosos o incluso piezas de papel portadoras de ciertos derechos frente al emisor han actuado como dinero. Un caso curioso es el tabaco, que de forma totalmente espontánea, sin imposición por parte de un tercero, se utiliza como dinero en muchas cárceles del mundo. En lugares totalmente diferentes y en ausencia de comunicación entre ellas, los presos en muchas prisiones utilizan las cajetillas y cigarrillos de tabaco para comerciar, para intercambiar bienes y servicios entre rejas. Otro caso muy curioso son las piedras rai de la isla de Yap, piedras enormes cuyo transporte es muy complicado, utilizadas como dinero en este lugar de la Micronesia.
Todos los casos narrados con anterioridad son ejemplos de activos reales que actuaron como dinero. Los activos reales son bienes tangibles o intangibles que poseen un valor intrínseco y pueden adquirirse y venderse. En contraposición, los activos financieros representan un derecho contractual a recibir flujos de efectivo futuros u otros beneficios financieros2.
Hasta el siglo XX, se asumía que el dinero era naturalmente algo físico, es decir, un activo real. En cambio, con la caída del patrón dólar-oro en la década de los 70, la moneda de curso legal pasó a ser una moneda fiduciaria (o fiat). En otras palabras, el dinero pasó a ser naturalmente un activo financiero.

Hoy en día, el dinero que utilizamos (euros, dólares, libras…) es un pasivo del banco central. Los billetes y monedas que comúnmente usamos para comprar cosas no dan un derecho de convertibilidad en oro, como si hacían antiguamente3. Actualmente, el dinero no está respaldado por oro, sino que su valor depende de la confianza, de la creencia social de su valor y de la capacidad del emisor (bancos centrales y Estados) de defenderlo4.
Lo cierto es que el dinero existente mayoritariamente es dinero virtual o electrónico. La llegada de Internet y las nuevas tecnologías hizo que se virase poco a poco a un sistema de medios de pago digitales. Para el Banco de España, este dinero electrónico consiste en almacenar dinero que está físicamente en billetes y monedas, en una cuenta corriente o en una tarjeta de crédito, en cualquier soporte electrónico como puede ser una tarjeta física, una tarjeta virtual, un teléfono, un ordenador o cualquier otro dispositivo cuya memoria permita hacerlo, que luego puedes utilizar para realizar pagos con el límite del importe que hayas cargado. Según recientes estimaciones, el dinero en efectivo representa un 8% del dinero mundial en circulación. La gran mayoría del dinero está en formato electrónico, en grandes computadoras sin respaldo físico. Por lo tanto, podríamos decir que este dinero electrónico, el dinero que usamos en el pago de transferencias, Bizum o cuando usamos nuestras tarjetas de crédito, son una representación virtual de la moneda fiat de curso legal.
No obstante, la llegada de las criptomonedas, con Bitcoin a la cabeza, ha cambiado las reglas del juego. Este nuevo activo real es un tipo de moneda virtual sin respaldo de terceros ni soporte físico, cuya existencia es únicamente digital. La tecnología blockchain como base de datos descentralizada y la criptografía para asegurar las transacciones realizadas, dota a estos activos de una gran protección frente a terceros en cuanto a privacidad se refiere. Una comunidad nada desdeñable de gente aspira a que, en el futuro, Bitcoin pueda convertirse en dinero, en un medio de intercambio al uso al igual que las divisas nacionales que conocemos.
Los bancos centrales, preocupados tanto por su auge como por supuestas sospechas en torno a ciertos delitos como el blanqueo de capitales5, se han puesto en marcha para llevar la partida al siguiente nivel. Las CBDC por sus siglas en inglés (Central Bank Digital Currency), es la última nueva forma de dinero emitida de manera electrónica por un banco central. Los bancos centrales buscan emitir sus propias monedas digitales con el objetivo de mejorar el sistema de pagos, dado el aumento de los pagos electrónicos y el descenso del uso del efectivo, que se vio especialmente agravado con la pandemia del COVID-19.
Pros y contras
A día de hoy, existe mucha incertidumbre en torno a este proyecto. Las características, las funciones y las limitaciones no están del todo claras. Aunque Lagarde en varias declaraciones ante los medios de comunicación ha señalado que se trata de un proyecto crucial para el BCE, lo cierto es que hay muchas incógnitas que deberán ir aclarándose en el futuro6.
Existen varias ventajas en la implementación futura de las CBDC. En primer lugar, este sistema evitará intermediarios en el sistema financiero. Así, los ciudadanos tendrán un mayor acceso a sus saldos directamente en el BCE, sin la intervención de bancos y otros intermediarios financieros y a menor coste. Esto conlleva ciertas ventajas, como eliminar los riesgos asociados a trabajar con determinados bancos. Así, mientras los ahorros de los ciudadanos pueden estar en mayor riesgo en una institución privada en caso de quiebra, el BCE es poco probable que caiga, dotando de mayor protección para el ciudadano. La eliminación de intermediarios también facilita la propagación más rápida de la política monetaria del BCE. Así, las medidas que lleve a cabo el banco central con el fin de inyectar o drenar liquidez del sistema se contagiarán a un ritmo mucho mayor, y su efectividad será más veloz, más palpable y con más facilidad se podrán estudiar sus efectos. Por último, este sistema dotaría supuestamente de una mayor transparencia y trazabilidad a los pagos de los ciudadanos, siendo una herramienta mucho más efectiva en la lucha contra la evasión de impuestos y el blanqueo de capitales.
No obstante, y a pesar de lo dicho por algunos líderes europeos, conlleva importantes riesgos. En primer lugar, al eliminar a los intermediarios financieros, la centralización del sistema de pagos convierte al BCE en un objetivo especialmente sensible contra ciberataques, que podrían comprometer la estabilidad del sistema. Además, pone en riesgo las rentabilidades de la banca que sigue jugando un importante papel en el sistema financiero. La retirada de depósitos por estar estos ahora ubicados directamente en el BCE generará una caída importante de las rentabilidades del sector en un contexto de tipos de interés bajos. La concesión de créditos e hipotecas, la gestión de inversiones y la prestación de servicios financieros personalizados se pondrán en riesgo debido a esta política.
El inconveniente que más preocupa a la opinión pública gira en torno a la privacidad. Actualmente, aunque los pagos electrónicos dejan una traza digital, la fragmentación en el sistema de pagos entre diferentes instituciones, en su mayoría privadas, y la normativa de protección de datos dejan a salvo la información de los pagos realizados por el ciudadano salvo en casos excepcionales, como en procesos judiciales. En cambio, las CBDC parecen que van a cambiar esto drásticamente, a pesar de la promesa sobre el mantenimiento de la privacidad por sus creadores. Esos mismos creadores que han sido claros en sus declaraciones pasadas:
"El anonimato total, como el que ofrece el efectivo, no es, en mi opinión, una opción viable para la nueva moneda digital”. Christine Lagarde.
Es por eso que este aspecto preocupa especialmente. Por mucho que se prometa que se mantendrán unos altos estándares de privacidad con la llegada del euro digital, el único encargado de custodiar los datos será el BCE, y el único que sabrá como se traten serán ellos mismos. La información sobre los ciudadanos de qué, cómo y por qué se gasta representa una información valiosísima para conocer muchísimos aspectos del individuo, desde sus gustos musicales, comidas preferidas o equipo de fútbol al que apoyan, como su afiliación política, el consumo de alcohol o tabaco, nuestros negocios o ciertas filias secretas. Se abre un mundo de posibilidades que se centraliza y se concentra en unas pocas manos.
En caso de residir este poder en malas manos, los peligros pueden ir más allá. No solo el registrar pagos en tiempo real, sino el poder limitar o incentivar el gasto de euros digitales de tu cuenta personal a conveniencia, siguiendo objetivos políticos. Aunque es un escenario lejano, no debe ser desechado. Y mucho menos después del precedente que sentó EEUU respecto a los dólares en posesión de Rusia tras la invasión a Ucrania.
Es por eso que el recelo ante este nuevo tipo de dinero viene de la mano de una defensa por preservar el dinero en efectivo. De esta forma, se asegura el uso libre del dinero para lo que se desee asegurando la privacidad de los pagos. Es habitual escuchar en este punto que si no se tiene nada que esconder, por qué se va a estar en contra del euro digital. Sin embargo, aun no teniendo nada que esconder la mayoría de nosotros, no por ello permitimos que se conozcan nuestros archivos del ordenador, la información de nuestro teléfono móvil o lo que hablamos y hagamos en la comodidad del hogar. La intimidad y la privacidad son un derecho indispensable para el individuo, y es algo que merece la pena defender.
Por último, el euro digital también tiene riesgos en términos de seguridad nacional. En caso de caída del sistema, ¿dónde estará nuestro dinero?
Conclusiones
En definitiva, la llegada de las CBDC es posiblemente una de las noticias más importantes a nivel económico y social de nuestros días. Existen ventajas si, pero también importantes riesgos que hay que sopesar pausadamente. En mi opinión, y evitando las habituales posiciones maniqueas, abogo más por una convivencia que una sustitución total con el dinero en efectivo. Seguramente la mayoría de los peligros en torno a las CBDC no lleguen a materializarse, como tampoco creo que se trate de una política totalmente inocua. Los riesgos al derecho de privacidad de las personas están ahí, y no deben infravalorarse.
A día de hoy, en Europa contamos con gobiernos democráticos que velan por el bienestar de los ciudadanos y el respeto a los derechos de estos. Pero podría ser que mañana no fuese así. El futuro es incierto, pero dotar de una herramienta tan poderosa a un solo actor es muy arriesgado, pues el control no solo sobre la información de los pagos de los ciudadanos, sino sobre los mismos medios de pago puede ser fatal. Ya nos advertía Hayek de que la coerción en los medios económicos de los ciudadanos lleva inevitablemente a la pérdida de libertades individuales y al totalitarismo. Es hora de tener presente dichas advertencias.
Carl Menger describe 7 características que un objeto debe poseer para ser utilizado como dinero: comerciabilidad (liquidez), durabilidad, homogeneidad, portabilidad, divisibilidad, escasez y aceptación generalizada. La plata y el oro, especialmente este último, disponen de todas estas características.
Ejemplos de activos reales tangibles son bienes como el petróleo, el cobre o el uranio; los intangibles son las patentes o los derechos de autor. Algunos ejemplos de activos financieros que se pueden mencionar son las acciones, las letras del Tesoro o los warrants.
Si todavía guardan en casa algún billete de pesetas, podrán ver en algunos la siguiente nota: “El Banco de España pagará al portador…” Esto indica que cantidad de monedas de oro o plata otorgaba el BdE por el canje del billete.
Esta distinción es vital para comprender el dinero actual, pues los activos reales como el oro que actuaban como dinero se valoran por los servicios que proporciona directamente, al no ser pasivo de otro agente. En cambio, el dinero actual al ser un activo financiero proporciona un derecho de crédito contra el deudor (el emisor), por lo que existirá una parte que financia y otra parte financiada. Se trata de obligaciones recíprocas entre las partes. Estas obligaciones pueden ser el derecho de que se le dé al tenedor de la moneda una cantidad fija de oro por ejemplo, o puede ser la posibilidad de liquidar impuestos (cancelar la obligación del tenedor con el Estado), con dicha moneda de curso legal.
El dinero electrónico es gestionado por un conjunto de entidades privadas y públicas. Entre las primeras, están empresas como Visa o MasterCard.
En cambio, el presidente Donald Trump ha firmado un decreto que impide a la Fed «crear, emitir o promover» cualquier divisa digital respaldada por el banco central y ordena que se suspendan todas las investigaciones y trabajos relacionados con su posible implementación. En cuanto a China, su proyecto de Yuan digital va mucho más avanzado, aunque su implementación está teniendo dificultades ostensibles. Se probó el otorgar el pago de los salarios a los funcionarios públicos, pero estos al recibir el sueldo lo trasladaron rápidamente a sus cuentas bancarias tradicionales. Es posible que en Europa pase algo similar.
Varias preguntas (además de la enhorabuena por el tema)
Esto disminuiría el efecto Cantillon??
Serían las CBDC equivalentes a dinero del banco central que hasta ahora no podían acceder los individuos??
Es cuánto menos paradójico, que Europa, baluarte de la privacidad personal sea la que se salta sus propias normas... Aunque no nos sorprende
Muy interesante. Es un tema peliagudo. A veces tengo la sensación de que quienes más enarbolan la bandera de la privacidad son los que más quieren ocultar al fisco. Pero entiendo las reservas liberales. Quizá sea una palanca para apuntalar fuerzas geopolíticas. Veremos. Y gracias por la cita.